por José Oscar Frigerio

 


La conquista de América ha sido seguramente, la mayor aventura emprendida por Europa a lo largo de su historia.

Cristóbal Colón superó con creces la odisea protagonizada por Marco Polo, en su arribo a las tierras del Gran Khan. Sin embargo, sus móviles fueron parecidos por cuanto el primero también buscaba hacia el oeste (según su teoría de que el planeta era redondo) la tierra de las preciosas especias, y murió creyendo haber arribado al Catay.

Las terroríficas fantasías que poblaron toda la Edad Media sobre la navegación hacia el oeste de Europa, fueron superadas gracias al avance tecnológico que implicó la construcción de naves como la carabela, que tenían mayor estabilidad y resistencia para la gran travesía del océano Atlántico y la tempestuosidad de sus embates. También la invención de la brújula, el sextante, el astrolabio, etc.

Enmarcada en una época de grandes descubrimientos científicos y geográficos, los móviles primeros de la conquista de América fueron la búsqueda de riquezas y metales preciosos mucho más que el afan de poblamiento y la piedad misional.

Indudablemente causa asombro cómo apenas un puñado de españoles -al principio-, seguidos luego por aventureros europeos de muchas otras nacionalidades, pudieran conquistar con relativa facilidad un continente tan vasto y tan densamente poblado.

La respuesta parece residir en la superioridad que implicaba la posesión del hierro, el caballo, la rueda y la pólvora.

Con grandes esfuerzos y sacrificios, diezmados por enfermedades y muchas veces luchando entre sí, con el incentivo que implicaba el encandilante espejismo de las leyendas de riquezas fabulosas (El Dorado, El Paitití, La ciudad de los Césares, la Trapalanda, la Gran Quivira, Las siete ciudades, Elelín) que las culturas nativas, algunas muy desarrolladas, habrían acumulado (lo cual resultó bastante cierto en los casos de los imperios Azteca, Maya, Chibcha e Inca, y el descubrimiento de los yacimientos argentíferos del cerro Potosí) los conquistadores españoles fueron abriéndose paso, por mar y por tierra, hacia el sur del continente.

Ultimas etapas serían la conquista y poblamiento de la vasta zona llamada del Tucumán, que abarcaba el actual noroeste argentino, y la cuenca del Río de la Plata, abarcando los estuarios de los ríos Paraná y Uruguay hasta la desembocadura del río mencionado.

Tres corrientes principales acometieron el objetivo de fundar nuevas ciudades en el actual territorio argentino: la del noroeste, proveniente del Perú, que fundaría Santiago del Estero, auténtica "madre de ciudades"; la del este, proveniente de Asunción, Paraguay, y la del oeste, proveniente de Santiago de Chile.

Los nuevos núcleos poblacionales, al principio pequeñas aldeas o villas separadas entre sí por grandes extensiones territoriales, al estar librados a su propios recursos y fuerza, no podían menos que responder a cuestiones militares. Sus moradores debían someterse a la disciplina castrense, a causa del constante peligro de ataques indígenas.

Motivan esta web cuatro fundaciones:

La fantasmagórica Esteco, cuya historia documental difiere notablemente de los mitos que la tradición norteña ha creado a través de los siglos; La ciudad de Santa Fe de la Veracruz, con su fundación primera y el descubrimiento de sus ruinas en el siglo XX;
La ciudad de Buenos Aires, con sus dos fundaciones, y el arroyo que con sus inundaciones integraría su historia; La ciudad de Córdoba de la Nueva Andalucía, o Córdoba del Tucumán, con su trágica fundación primera y la urbanización que en el siglo XIX le diera nueva perspectiva.

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LOS TEXTOS AQUÍ PRESENTADOS SON UNA SÍNTESIS DE LAS INVESTIGACIONES CITADAS.

PARA UNA REFERENCIA MAYOR AL TEMA DEBEN DIRIGIRSE A LAS MISMAS



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